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Según el último informe de Acción Solidaria, el 44% de sus beneficiarios son adultos mayores. Este grupo vulnerable enfrenta múltiples barreras para el goce de sus derechos humanos, especialmente a la salud y alimentación, en el contexto de la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) y pandemia

Jennifer C. Jardim Gouveia

La situación actual de muchos adultos mayores en el país ha sido un tema recurrente entre diversas organizaciones de la sociedad civil que vienen advirtiendo, desde hace años, cómo la EHC ha afectado diferenciadamente a este grupo vulnerable. Al respecto, la ONG Fundaredes señaló: “En Venezuela la situación de las personas de la tercera edad ha ido en detrimento, de manera sistemática se les ha vulnerado su derecho a programas de salud, seguridad social y una vida digna”. 

Francelia Ruiz, directora de proyectos de Convite, advertía que las personas en Venezuela están envejeciendo en condiciones de precariedad. En este sentido, aseguró que casi el 87% de los adultos mayores están en extrema pobreza. En Venezuela, se ha identificado como adulto mayor a aquellas personas, hombres y mujeres, con 60 o más año. No obstante, vale señalar, que la Ley del Seguro Social ha establecido que en el caso de las mujeres, el derecho a las prestaciones por vejez se adquiere al alcanzar los 55.

Sin acceso a atención médica ni medicamentos 

Hugo Medina, presidente de Fedajupebol, del estado Bolívar, denunció el fallecimiento de al menos 11 adultos mayores en el segundo trimestre de 2022, debido a la falta de atención médica, la “desidia gubernamental” y la precarización del servicio de Hospitalización, Cirugía y Maternidad.

En el informe “La encrucijada de la salud: entre comida o medicamentos” presentado por Acción Solidaria, no solo se evidenció que el 80% de las personas de la tercera edad encuestadas no cuenta con seguro médico privado; sino que, al consultarlos sobre el medio utilizado para obtener sus medicamentos y/o tratamientos, la mayoría manifestó tener que recurrir a organizaciones sin fines de lucro o al sistema público. 

En este mismo hilo, este informe arrojó que 33% de los adultos mayores encuestados que manifestaron vivir con alguna condición crónica de salud indicaron no haber recibido atención médica en los últimos 6 meses y casi 8 de cada 10 no consume medicamentos para tratar su condición. El principal motivo por el cual no tienen acceso a atención, tratamientos y/o medicamentos son los altos costos de los mismos, que contrastan con una pensión que, pese a haber sido aumentada este año a 130 bolívares (20,70 dólares a tasa oficial), sigue siendo insuficiente por lo que, aunque existe disponibilidad de medicamentos, no pueden adquirirlos. 

Salud mental en adultos mayores

Un estudio de Convite advertía sobre el incremento de la depresión y tristeza entre adultos mayores. Señalaron que, entre los beneficiarios de sus programas psicosociales, al menos 41% manifestó sentirse triste o desolado con una frecuencia diaria o semanal; mientras que el 60% indicó sentirse ansioso con una frecuencia diaria o semanal.

Por su parte, la fundación Rehabilitarte en la segunda edición de su boletín “Como está la salud mental en el Zulia” advertía, a través de testimonios, lo difícil que puede ser enfrentar la depresión para este grupo que, poco a poco, se ha quedado en soledad ante la crisis migratoria: “Primero se fue mi esposa a Colombia en busca de mejorar la economía de la casa porque ya yo estaba enfermo, pero cuando se fue mi hijo me dio una depresión terrible. No comía, no dormía, pesaba 117 kilos y llegué a 57. Apenas me estoy reponiendo después de tres años de estar solo. Uno le cuenta a la gente lo que siente y se ríen de uno”.

La pandemia por la covid-19, también afectó la salud mental de este grupo. A respecto, la psicóloga clínica y psicoterapeuta Milagros Fagúndez, advertía: “Es necesario recordar que los adultos mayores fue la población más vulnerable a la enfermedad, pero también los que sufrieron de casos de violencia y las consecuencias de la diáspora, pues muchos de ellos quedaron solos, sin familiares cerca que los pudieran atender”. Asimismo, señaló que para los adultos mayores que viven con alguna condición cognitiva, las medidas de prevención eran más difíciles de comprender, entre ellas: la necesidad de usar mascarillas y permanecer aislados; lo cual aumentaba los riesgos de contagio que en este grupo ya era alto.

Según datos del Observatorio Venezolano de Violencia, en las regiones se profundizan los patrones de violencia; estados como Guárico, Amazonas y Lara registran altos índices de violencia (intrafamiliar, estructural, entre otras) contra este grupo vulnerable. 

Altos índices de desnutrición

Según el más reciente informe de Acción Solidaria, el 82% de las personas de la tercera edad beneficiarias de nuestros servicios indicó que la mayor parte de sus ingresos los dirige a cubrir los gastos de alimentación. 

Pese a priorizar la compra de alimentos por encima de gastos de medicinas, vivienda u otros, el 80% de los adultos mayores se ven obligados a reducir sus porciones de comida y casi la mitad depende de las subsidiadas cajas CLAP, cuyo contenido es bajo en proteínas y, además, alcanza para solo 15 días, de acuerdo con datos de Convite.

La baja ingesta de alimentos y ausencia de una dieta balanceada, mucho menos acorde a sus condiciones de salud, genera consecuencias especialmente adversas entre los adultos mayores que viven con una condición crónica. «Yo que soy diabético, a veces en las noches, cuando no como bien, amanezco con mareo (…) Pesaba antes 80 kilos y estoy ahorita en 62 kilos”, advertía un adulto mayor de 79 años en una entrevista realizada por el medio Voz de América. 

 Población activa sin jubilación

Según el informe “Una de las caras de la crisis universitaria: sus profesores mayores” presentado por el Observatorio de Universidades (OBU), 25% de los profesores activos en las universidades públicas nacionales supera los 60 años de edad. De estos, el 60% ejercen su profesión a dedicación exclusiva, pues pese a no obtener altas remuneraciones, sigue superando el insignificante monto que pudieran percibir por la jubilación. 

Asimismo, el informe arrojó que el 49% de los profesores universitarios mayores de 60 años ha tenido que vender o cambiar algún bien personal en determinada ocasión para comprar alimentos. Mientras que, en materia de salud, el 90% declaró tener dificultades de acceso a los medicamentos.

Esta situación se repite entre los adultos mayores, ya que sin importar si se trata de trabajos formales o informales, muchos se mantienen en el campo laboral para poder sobrevivir. Según los datos de Acción Solidaria, el 42% de las personas de la tercera edad afirmó tener familiares dependientes y, en promedio, cada adulto mayor tiene a casi dos personas a su cargo. 

Debido al fenómeno migratorio venezolano, son muchos los adultos mayores que asumen el cuidado de nietos y bisnietos. La carga de cuidado, generalmente, queda a manos de las mujeres de la tercera edad (abuelas y bisabuelas) que enfrentan la crianza de hasta 10 nietos, enfrentándose a un escenario de doble vulnerabilidad. 

Quienes solo cuentan con el ingreso de la pensión o jubilación para poder cubrir las necesidades básicas mínimas, se han visto forzados a salir a las calles a protestar para exigir que se les retribuyan sus años de trabajo con un ingreso digno, justo y suficiente que les permita subsistir. 

Los adultos mayores son uno de los grupos vulnerables más afectados por el deterioro del sistema sanitario público. La falta de recursos para acceder a la salud es una de las principales barreras y va más allá del poder cubrir gastos de hospitalización o consultas médicas; incluso poder acceder a todos los medicamentos y a una alimentación balanceada, es imposible para la mayoría de los adultos mayores venezolanos.  Si a este escenario, añadimos que actualmente hay adultos mayores con al menos dos familiares a su cargo, se aumentan las vulnerabilidades de este grupo.

De acuerdo con sus obligaciones constitucionales e internacionales en materia de derechos humanos, el Estado venezolano debe garantizar el acceso, sin discriminación y oportuno, a la atención médica, medicamentos y alimentación para todos los venezolanos, con especial consideración con aquellos grupos que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad, entre ellos, los adultos mayores.