Hay diferencias en el debate en torno a la lactancia materna exclusiva, porque algunas especialistas la defiende en cualquier contexto y otras hablan de combinarla o sustituirla por fórmulas lácteas. En lo que sí coinciden es en que, siempre, la madre debe ser acompañada y asesorada para garantizar su bienestar y el de los y las bebés. En la Semana Mundial de la Lactancia Materna, conversamos con algunas para conocer sus experiencias
María Jesús Vallejo
Para Mariana*, la lactancia materna fue una experiencia agridulce que la marcó de por vida. Fue hace ocho años, pero recuerda perfectamente estar confundida por el dolor, la emoción y el miedo que se mezclaban con la presión de otras mujeres de su familia.
Como sus pezones son pequeños, el proceso de amamantar fue doloroso. Cuando su hijo se despertaba, Mariana asociaba eso con dolor. Su mamá le decía que tenía que alimentarlo durante 20 minutos, pero le costaba muchísimo. Intentó aprender buscando en Internet, también se estimulaba y hasta usó un extractor, pero nada funcionaba.
No poder lactar era frustrante, cuenta. «Yo lloraba mucho porque sentía que era una mala mamá porque no quería darle pecho a mi hijo por el dolor», dice. Hasta que luego de un par de semana, sus mamas sanaron y ya no dolían. Pudo reconciliarse con la práctica y, de la maternidad, era la actividad que más disfrutaba porque nadie más lo podía hacer por ella. Era un momento únicamente para Mariana y su bebé.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) asegura que la lactancia materna les proporciona a los y las bebés todos los nutrientes que necesitan para crecer y desarrollar plenamente su sistema inmunológico. Junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el fondo recomienda que la lactancia sea exclusiva durante los primeros seis meses de vida y se mantenga, de forma combinada, hasta los dos años, evitando el uso de fórmulas lácteas infantiles.
Evelyn Niño, pediatra y fundadora del programa de lactancia humana Mi gota de leche, aseguró en una entrevista para el medio Crónica.Uno que solo 30% de las madres en Venezuela amamanta a hijos e hijas en el primer semestre luego del parto. En gran medida, por falta de orientación. De hecho, el centro que ella fundó se ha encargado de formar a madres, personal médico y de enfermería en lactancia.
Ponte Poronte es una alianza entre las organizaciones Prepara Familia y Mapani. En enero de 2021 crearon un Centro de Protección Nutricional y hasta junio de 2022 han atendido a 1.200 niños, niñas y adolescentes y 400 madres. Allí trabaja la doctora Niño como parte de un equipo multidisciplinario que ofrece atención integral, suplementación nutricional y formación.
Katherine Martínez, directora de Prepara Familia, opina que la lactancia materna “es una maravilla”, porque al recibirla, los y las bebés obtienen protección, además, asegura que es una materia pendiente que tiene el Estado venezolano de incluirla en los programas de formación en todos los niveles educativos.
Lactancia y VIH
Pero no todas las madres, aún con asesoría, pueden amamantar a sus bebés. Patricia Valenzuela, médica infectóloga e internista y vicepresidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVE), explica que en ningún caso se le plantea a las mujeres que viven con VIH la posibilidad de lactar, porque hacerlo va en contra de la seguridad de madre y bebé.
Durante la lactancia materna, existe un riesgo de transmisión del virus de entre 15% y 25% y esta probabilidad se va acumulando conforme pasa el tiempo, por lo que puede llegar a 40%. Valenzuela admite que hace falta investigación científica para determinar si, efectivamente, las mujeres con una carga viral indetectable pudieran amamantar, pero mientras no se tenga la certeza, lo mejor es sustituir la leche humana por fórmulas lácteas especializadas.
La infectóloga cree que la exigencia de la lactancia materna exclusiva no es fácil, sobre todo, en un contexto como el que atraviesa Venezuela: muchas madres no tienen ni el tiempo ni el espacio para amamantar porque deben dedicarle la mayor parte del día al trabajo. Un trabajo sin el cual no sobrevivirían. Además, no hay políticas públicas en el país que resguarden a las mujeres que maternan. Ni a las que viven con VIH, ni a las que no.
En 2018, se creó el Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, la tuberculosis y la malaria, una alianza entre la OMS, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), ONUSida, el Ministerio de Salud, la SVE y organizaciones de la sociedad civil. Entonces se pidió que, además de tratamiento antirretroviral, se incluyeran reactivos para las pruebas de carga viral, tratamientos para infecciones oportunistas y fórmulas lácteas, pero no se cumplió.
La falta de información y el desinterés del Estado aumentan la situación de vulnerabilidad de esta población.
ONG versus Estado
Frente a la ausencia de políticas públicas que apliquen un enfoque de género y social para la integración de la lactancia materna, varias organizaciones no gubernamentales hacen un trabajo que tiene décadas.
Mi gota de leche, el centro de lactancia fundado por la doctora Evelyn Niño, ha beneficiado a casi 80.000 personas en 20 años, sin embargo, el 2 de agosto de 2022, la directiva anunció la reducción de 50% de su personal especializado, lo que hace insostenible la labor que hacen. Como consecuencia, entró en cierre técnico. Aunque Katherine Martínez advierte que el centro está en situación de vulnerabilidad desde hace 10 años.
En el estado Carabobo, Heidy Fernández trabaja como coordinadora social de embarazadas con VIH y niños, niñas y adolescentes para la Fundación Mavid, que ofrece servicios a personas con VIH/Sida y presta apoyo a mujeres embarazadas y lactantes que viven con el virus, les dan atención médica integral y fórmulas lácteas para sus bebés, sobre todo para las que están en situación de pobreza.
Fernández detalla que se necesitan entre 8 y 10 latas de fórmulas infantiles por bebé al mes y cada una tiene un costo de entre 10 y 15 dólares. El salario mínimo en Venezuela alcanza para la compra de dos. También cuenta que quienes no tienen recursos económicos optan por darles a sus bebés leche de arroz o de cabra, aunque muchas, incluso con VIH, no tienen más opción que la leche materna. La Fundación Mavid Carabobo recibe donaciones durante todo el año para apoyar a las mujeres con VIH.
Proyecto Nodriza nació en 2018 y ha ayudado a 528 personas a través de sus centros y comedores. Trabaja con mujeres embarazadas o lactantes y con sus hijos e hijas de hasta 12 años. Ofrecen asistencia en alimentación y nutrición, evaluaciones antropométricas, apoyo psicosocial, formación para el trabajo y buenas prácticas de higiene en los hogares.
Dian Carla González Méndez, coordinadora interinstitucional, explica que hay varias formas de apoyar a las madres que viven en situación de pobreza: talleres y actividades para las madres que fomenten valores, salud e higiene, apego, crianza positiva; donación de insumos para jornadas salud, kits de parto, equipos médicos; materiales como papeles Bond, carteleras, marcadores, pizarras y calendarios para los talleres, becas de estudio y oportunidades de trabajo.