Conversamos con Lilia Gómez, ginecobstetra, para entender por qué es tan importante trabajar en la prevención de los embarazos en adolescentes desde una perspectiva de salud pública, con el objetivo de tener más información sobre salud sexual y reproductiva y, así, resguardar sus vidas
María Jesús Vallejo
Durante la última semana de octubre, publicamos un artículo sobre la prevención del embarazo en adolescentes, en el que especialistas insistieron en la necesidad de unir esfuerzos entre la sociedad y el Estado para que la cifra en Venezuela deje de aumentar cada año.
¿Pero por qué es tan importante el tema? Además de que los embarazos en adolescentes perpetúan los niveles de pobreza, suelen implicar muchos riesgos para la vida de la gestante. Conversamos con Lilia Gómez, ginecobstetra y parte del equipo de la Maternidad Concepción Palacios, sobre estos factores.
Falta de controles prenatales
El control prenatal es la base de todo, explica Gómez. La nutrición, las vitaminas y los minerales, como hierro y ácido fólico, y los exámenes de laboratorio debería indicarlos el o la especialista de forma personalizada. Sin embargo, las adolescentes embarazadas que llegan al centro médico, en su mayoría, son de bajos recursos y no cuentan con suficiente información sobre salud sexual y reproductiva.
“Si la literatura nos indica que las personas menores de 19 años tienen más posibilidad de trastorno hipertensivo, nosotras en el control deberíamos atender eso”, dice e insiste en que el seguimiento médico del embarazo permite identificar los factores de riesgo.
Para dimensionar el problema, Gómez ejemplifica: una adolescente embarazada por el hecho de ser adolescente tiene el factor de riesgo para una preeclampsia, que se puede complicar con el síndrome de HELLP (hemólisis, enzimas hepáticas elevadas, recuentos de plaquetas baja), y el déficit nutricional o la anemia pueden dificultar la salida rápida de ese cuadro.
Además, las adolescentes que no están completamente desarrolladas, sobre todo antes de los 16, tienen mayores probabilidades de tener un parto pretérmino, lo que significa que el o la bebé nacerá de forma prematura.
Desconocimiento igual a desconfianza
Una parte fundamental de la mitigación de riesgo durante estos embarazos tiene que ver con la información. “Las representantes a veces dudan de las especialistas; no confían”, expone Gómez y asegura que eso dificulta hacerle seguimiento a la gestante, porque se subestima la importancia del acompañamiento médico.
Además, la ginecobstreta indica que en torno a la maternidad hay diferentes vivencias: “Estas adolescentes suelen estar rodeadas de muchos testimonios sobre parto y esto puede generar ansiedad; por eso es importante explicarles todas las posibilidades y en parte para eso es el control prenatal”. La creencia de que no es necesario asistir con una especialista antes del parto puede suponer un gran riesgo para la vida de la adolescente.
La necesidad del acompañamiento emocional
El embarazo tiene unas exigencias físicas y emocionales para las que no están preparadas las adolescentes. Por ejemplo, la ausencia de una proporción adecuada entre la pelvis y el feto en un cuerpo que no ha alcanzado la madurez impide un parto natural, por lo que la mayoría terminan en cesáreas. Lilia Gómez asegura que, además, suelen ser trabajos de parto prolongados y agotadores. «Las adolescentes no entienden mucho qué está pasando. Son más propensas a la depresión postparto”, dice.
La especialista precisa que hay que atender de forma diferenciada cada caso, porque para las menores de 16 es más difícil experimentar un embarazo que para una que se acerca a los 19. “Está enfrentando cambios importantes en su cuerpo y dentro de ella está creciendo una vida y ella ya es responsable de esa vida y deber ser responsable de su salud”.
Entiende que asumir esto puede ser abrumador porque la mayoría de estos embarazos no son planificados; pero ella utiliza la empatía para acercarse: “Yo les digo que son valientes. Todas las mamás son valientes”.
Gómez, además de insistir en los controles prenatales, enfatiza la necesidad de trabajar en la prevención de los embarazos en adolescentes: “Hablar de educación sexual integral es también hablar de derechos y desde ahí hay que fomentar la prevención, hablar de qué tipos de anticonceptivos hay y cómo funcionan, hablar de la pastilla de emergencia, pero también de la ITS (infecciones de transmisión sexual). Más información y menos tabúes”.