La polifarmacia incrementaría dicho riesgo tanto en hombres como en mujeres
Un estudio retrospectivo ha hallado que las mujeres con el VIH mayores atendidas en una clínica de EE UU presentarían un riesgo de sufrir caídas superior en más del 50% al de los hombres con el VIH de la misma edad atendidos en el mismo centro. Cada fármaco adicional que una persona tomaba –aparte de los antirretrovirales- aumentó en un 10% en riesgo de experimentar caídas. Los resultados de este estudio fueron presentados en el transcurso de la novena edición del Congreso Internacional sobre VIH y Envejecimiento que se celebró a mediados de septiembre en Nueva York (EE UU).
Las caídas son más prevalentes a medida que las personas –tengan o no el VIH– envejecen. Dado que las personas con el VIH tienen frecuentemente una densidad mineral ósea más baja –por los efectos a largo plazo de determinados fármacos antirretrovirales (como tenofovir-TDF) o por tener menores niveles de vitamina D– las caídas en estos pacientes conllevan un alto riesgo de fracturas óseas.
En la actualidad, más de la mitad de las personas atendidas en la clínica que realizó el estudio ya eran mayores de 50 años y se estima que en el año 2030 dicho porcentaje alcanzará el 75%, algo muy en la línea de lo observado en España. El envejecimiento de la población con el VIH se debe a la cronificación de la infección que conllevó la llegada de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA).
Dada la cada vez más mayoritaria presencia de envejecimiento entre la población con el VIH, los autores del presente estudio se centraron en uno de los problemas más destacados asociados a la edad –el riesgo de sufrir caídas– y los diversos factores que lo condicionarían en personas con el VIH que envejecen.
El presente estudio incluyó a todas aquellas personas con 50 años o más que habían sido atendidas en la Clínica Owen (San Diego, EE UU) entre septiembre de 2012 y agosto de 2017. El diseño fue de tipo caso-control, por lo que se seleccionaron 643 casos (personas que se habían caído) y se emparejaron con 1.565 controles (personas que no se habían caído) con características demográficas similares a los casos.
La mediana de la edad era de 59 años entre los casos y de 57,5 entre los controles. El porcentaje de hombres se situaba entre el 80 y el 90% en ambos grupos. Sobre un 60% de los participantes eran de etnia blanca y aproximadamente un 15% eran afroamericanos. Un porcentaje similar al de afroamericanos eran latinoamericanos, aunque en el grupo que experimentaron caídas, el porcentaje de latinoamericanos era de casi el 21%.
En el grupo de personas que sufrieron caídas, el promedio de fármacos que tomaban era de 11,2; mientras que entre quienes no las sufrieron el promedio era de 7,5.
El análisis univariable identificó cuatro factores de predicción de caídas: tener una mayor edad (promedio de 59,0 años entre quienes sufrieron caídas y de 57,5 entre quienes no las sufrieron; p <0,0001), ser mujer (17,1% de quienes experimentaron caídas y 10,3% de quienes no las experimentaron eran mujeres; p <0,001), tomar más fármacos en general (entre quienes se cayeron el promedio era de 11,2 fármacos y entre quienes no lo hicieron el promedio era de 7,5 fármacos; p <0,001) y tomar más antirretrovirales (quienes sufrieron caídas tomaban un promedio de 3,8 antirretrovirales y quienes no las sufrieron tomaban un promedio de 3,3; p <0,0001).
El análisis multivariable confirmó 3 de estos 4 factores. Ser mujer supuso un incremento del 56% de la probabilidad de sufrir caídas (cociente de probabilidades ajustado [CPa]: 1,56; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,18-2,05; p= 0,0016). Por cada año adicional de vida, el riesgo de caídas se incrementó en un 3% (CPa: 1,03; IC95%: 1,01-1,04; p= 0,0008) y por cada medicamento adicional al tratamiento antirretroviral, el riesgo de caerse se incrementó en un 9% (CPa: 1,09; IC95%: 1,07-1,11; p <0,0001).
Los resultados del presente estudio permiten identificar tres factores que aumentarían la probabilidad de experimentar caídas. Aunque la mayor edad es un factor obvio, los dos factores restantes –ser mujer y la polifarmacia– deberían ser tenidos en cuenta por los profesionales sociales y sanitarios que atienden a personas con el VIH para poner en marcha medidas de prevención de las caídas. Así, facilitar apoyo en las actividades de la vida diaria y/o facilitar el acceso a terapia ocupacional serían algunos ejemplos de dichas medidas preventivas.
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Fuente: NATAP / Elaboración propia (gTt-VIH).