El comienzo muy temprano del tratamiento del VIH en lactantes no solo es factible y resulta seguro, sino que conduce a que el reservorio de células infectadas sea muy pequeño, según muestran dos estudios realizados en Botsuana y Tailandia. Los hallazgos ofrecen la esperanza de que los bebés diagnosticados y tratados poco después del nacimiento tendrán más probabilidades de controlar el VIH sin una terapia prolongada (lo que se conoce como cura funcional) si los estudios futuros permiten desarrollar intervenciones de ese tipo.
El inicio muy temprano del tratamiento en los bebés se convirtió en un tema de interés científico a raíz del caso de la denominada «niña del Mississippi». En 2013, un equipo de investigadores estadounidense informó del caso de una niña que fue tratada a partir de las 30 horas de vida y mantenía una carga viral indetectable después de más de un año sin tratamiento, quizá porque el tratamiento temprano había reducido de forma notable el número de células infectadas con el VIH (el reservorio viral) en el organismo de la niña.
En la mayoría de las circunstancias, la presencia de ADN viral en las células acaba desembocando en la producción de nuevas copias del virus y en un rápido repunte de la carga viral, en caso de interrupción del tratamiento antirretroviral. En el caso de la niña del Mississippi, se produjo un repunte repentino de la viremia a la edad de tres años y nueve meses, después de haber pasado más de dos años sin recibir terapia.
Desde que se tuvo constancia de ese caso, varios estudios han examinado la viabilidad de iniciar el tratamiento de forma muy temprana en bebés, así como su efecto sobre los reservorios virales. Parte de la justificación de dichos estudios era determinar con la frecuencia y con qué eficacia el comienzo temprano del tratamiento consigue limitar el establecimiento del reservorio de células infectadas por el VIH.
El Estudio sobre el Tratamiento Precoz en Bebés, realizado en Botsuana, reveló que los bebés que empezaron el tratamiento a los pocos días de nacer tenían unos niveles muy bajos o nulos de ADN viral integrado en las células y no eran capaces de producir nuevos virus a partir de esas células tras más de seis meses de terapia. Los niños que tenían una carga viral indetectable tras 84 semanas de tratamiento tuvieron muchas probabilidades de tener también niveles indetectables de ADN viral.
El grupo de investigación VIH-NAT de Tailandia examinó la relación entre la edad de inicio del tratamiento antirretroviral y el tamaño del reservorio del VIH en dos cohortes de bebés que comenzaron el tratamiento antes de los seis meses de edad. El equipo de investigadores descubrió que el reservorio de células infectadas se redujo durante el primer año de tratamiento, pero permaneció estable después de ese tiempo. Sin embargo, también comprobó que, en el caso de aproximadamente la mitad de los niños, era imposible hacer que las células infectadas produjeran nuevos virus trascurrido como mínimo un año de tratamiento, lo que sugiere que el ADN del VIH detectable en estos niños consistía en fragmentos defectuosos.
Será necesario realizar estudios muy cuidadosamente diseñados para determinar si estos niños (u otros como ellos) podrán interrumpir el tratamiento y mantener el VIH controlado. Una de las preocupaciones de esta opción es que la interrupción del tratamiento podría traducirse en un aumento del reservorio viral, que no se podría revertir y eso socavaría las perspectivas de que estas personas puedan beneficiarse de cualquier avance posterior en el control del VIH sin necesidad de tratamiento.
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Fuente: Aidsmap