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Feliciano Reyna ha rendido tributo al amor dedicando su vida a ser “un ciudadano comprometido con la causa humana y con la dignidad de las personas”, a través de la fundación Acción Solidaria, organización de la sociedad civil que desde sus inicios tuvo como fin la defensa del derecho a la salud y la vida, logrando traer medicamentos antirretrovirales y otros insumos para las personas con condiciones crónicas como el VIH y el Sida.

Transcurre el año 1981 en América. Un arquitecto viaja desde la ciudad de Nueva York hasta su natal Venezuela para visitar a su familia y encontrarse con una realidad que le haría cambiar la vida: el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) estaban provocando un terremoto en la opinión pública y en la vida de quienes eran diagnosticados con estas condiciones.

Años más tarde, tres grandes amigos de Feliciano Reyna desaparecen a causa de la condición crónica que no solo les arrebató la vida, sino que llevaba consigo la estigmatización por el desconocimiento que se tenía. “En 1995, el fallecimiento de mi propia pareja fue un campanazo que me hizo convertir todo lo que vivo en algo que haga que las personas no pasen por lo mismo”, recuerda el arquitecto y defensor de derechos humanos.

Tras este fatídico hecho, Reyna rindió tributo al amor dedicando su vida a ser “un ciudadano comprometido con la causa humana y con la dignidad de las personas”, a través de la fundación Acción Solidaria, organización de la sociedad civil que desde sus inicios tuvo como fin la defensa del derecho a la salud y la vida, logrando traer medicamentos antirretrovirales y otros insumos para las personas con condiciones crónicas como el VIH y el Sida.

Su experiencia le ha permitido, además, sensibilizar el trato entre todos los seres humanos. “Estamos tratando de desmontar la estigmatización en el lenguaje, a través de capacitaciones con organizaciones, sobre personas afectadas por condiciones crónicas y personas con VIH. Ya no se habla de personas que viven con VIH, porque está descartado que se vive, son personas con VIH. No se habla de infección, sino de condición”.

La reflexión la realiza a partir del contexto en el que entró al mundo de la defensa de derechos humanos. “En una circunstancia inesperada, al estar próximo a cumplir 40 años, entré en este terreno que en aquel entonces no era parte de mi vida. Me refiero al terreno de los derechos humanos, que cambió completamente mi forma de ver muchas áreas de la vida, la manera de expresar situaciones y cómo disponer las capacidades que haya desarrollado al servicio de una causa que nos une de manera maravillosa con personas del mundo entero”, destacó.

Este potencial de querer ayudar en la transformación de la realidad de las personas logró que se tejiera una red voluntaria de apoyo, que logró llevar a Venezuela el tratamiento antirretroviral a más de 300 personas durante los primeros dos años de trabajo de Acción Solidaria.

“No tengo cómo agradecer a la vida. No hay manera de valorar todo lo que ha significado entrar en este mundo, que en general es la sociedad civil desde la perspectiva de derechos humanos”.

Sus esfuerzos para exigir la garantía del derecho a la salud, a la vida y por lograr distribuir medicamentos para personas con enfermedades crónicas en Venezuela le han hecho merecedor de galardones como el Premio de Derechos Humanos de la Embajada de Canadá y el Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela en 2010, la Llama de la Esperanza de Amnistía Internacional en 2017 y la Orden Luis María Olaso de Derechos Humanos otorgado por el Cabildo Metropolitano de Caracas, mientras que Acción Solidaria fue reconocida con el Premio Cinta Roja en 2007, de ONUSida.

Defender en emergencia

Venezuela se encuentra atravesando por una emergencia humanitaria compleja que ha puesto en riesgo la vida de miles de personas, en especial las de quienes dependen de medicamentos de alto costo para enfermedades crónicas. Esta situación ha hecho que la defensa de derechos humanos se vuelva cada vez más difícil y necesaria.

Sin embargo, el presidente de Acción Solidaria recalca que para hacer más contundente y efectiva la defensa de los derechos humanos, todas las personas deben asumirse “como sujetos de derechos para exigirlos con mucha más propiedad”.

Reyna relata cómo en los últimos años el grupo de personas defensoras de derechos humanos han tenido que enfrentar diferentes retos y obstáculos a su labor, que van desde la persecución, el acoso o el sometimiento a procesos de revisión arbitrarios en los aeropuertos y terminales del país. A esto también se suma la campaña de desprestigio desde medios de comunicación públicos.

“En algunos momentos varios colegas hemos sido mencionados en un programa de la televisión pública y eso ha tenido algunas repercusiones en seguimientos, en aeropuertos que es donde ocurre con frecuencia”, señala.

Los riesgos están siempre presentes, pero no amilanan a quienes toman la dignidad humana como vocación, por eso Reyna no plantea abandonar la defensa de los derechos humanos “ni porque me hagan la mejor oferta del mundo”.

“Uno está tan comprometido con la causa humana y la dignidad que está dispuesto a asumir riesgos, sin duda, siempre están allí. Sin embargo, hay que seguir el camino”.

Además, Reyna subraya que de las cosas que ve con más optimismo es cuánta gente joven se ha hecho parte del movimiento de derechos humanos, se ha vinculado con movimientos internacionales, porque “allí va a haber una fuente importantísima de recursos no económicos que permitan hacer la reconstrucción del país”.

Reyna recuerda que al iniciar sus pasos en la defensa de derechos humanos la convivencia y reflexión fueron esenciales para comprender la situación, en especial las de personas con condiciones crónicas.

“No se trata solo de algunas fórmulas, vivirlo ayuda mucho. Comprender por qué, incluso una persona que ha cometido delitos o crímenes, incluso a partir del poder, al final no deja de tener sus derechos como persona. Estar en este ámbito hay que vivirlo y dista mucho de lo conceptual”.

El presidente de Acción Solidaria, Civilis y fundador de Codevida, destaca que su labor como defensor nunca estuvo separada de otras personas y organizaciones con las mismas motivaciones, pero enfocadas en grupos sociales diferentes.

“Siempre estuvo en nuestra misión, desde que Acción Solidaria era solo la provisión de recursos para la obtención y distribución de tratamientos, servicios y campañas de información; la actuación en conjunto con otras organizaciones de la sociedad civil”.

Después, Acción Solidaria amplió su rango de acción para entrar en el terreno de la incidencia política para la defensa de derechos humanos y, desde 2016, incluyó en su programa Acción Humanitaria la provisión de medicamentos de alto costo de todo tipo, no solo los prescritos para tratar el VIH o Sida.

Reyna recuerda que durante la primera década del 2000 pudo tener encuentros con personas responsables de altos cargos en el gobierno venezolano, quienes accedieron a reconocer medidas especiales propuestas por la ONG para atender a las personas con enfermedades crónicas. Por ejemplo, se logró que el Programa Nacional de VIH-Sida asumiera la rectoría y la coordinación de todos los planes que surgieran en esta materia en beneficio de la población, para así trabajar en la distribución de los medicamentos y demás insumos necesarios para su tratamiento.

Pese a la alta demanda de tiempo y esfuerzo que requiere la defensa de los derechos, que se incrementa en un país sumido en la emergencia humanitaria, Reyna manifiesta sentirse una persona privilegiada al formar parte de este movimiento, siendo la cara visible de muchos que sufren y no reciben respuestas oportunas por parte de las autoridades para atender sus enfermedades y vivir en condiciones dignas.

Fuente: Luis M Alvarenga / Amnistía Internacional Venezuela