Hay una comunidad de la etnia warao en la que ya no hay hombres. Todos murieron. Y las mujeres del grupo que sobreviven, están aisladas. Nadie quiere casarse con ellas. Creen que les cayó una brujería.
Pero lo que ocurrió tiene una explicación perfectamente científica.
Los hombres de la tribu warao, localizada mayormente en el este de Venezuela, en la desembocadura del río Orinoco —uno de los más importantes de América del Sur y de los más caudalosos del mundo— fallecieron a causa del VIH.
«Tiene una prevalencia del 10% en algunas comunidades.Hay comunidades pequeñas en las que casi todos los hombres que tienen entre 16 y 23 años sufren de VIH», indica el doctor holandés Jacobus de Waard, del Instituto de Biomedicina de la Universidad Central de Venezuela, quien ha tratado a los warao desde 1993.
Para algunos, ese porcentaje podría parecer menor, pero no lo es.
La prevalencia del virus en Venezuela es de 0,6%, de acuerdo a las cifras de ONUSIDA, el organismo de Naciones Unidas cuyo objetivo es controlar la propagación de la enfermedad.
El hecho de que la presencia del virus entre los indígenas supere el número de personas que viven con VIH en el país, hace que la situación se catalogue como una epidemia.
Y considerando que los warao tienen menos de 50.000 integrantes (según los datos de un censo realizado en 2011 por el Instituto Nacional de Estadística), los efectos pueden ser devastadores.
«Es una situación alarmante por su magnitud. La prevalencia es muy elevada, similar a la que se vio en África al inicio de la epidemia en ese continente. Además, se ha transmitido con mucha rapidez», le dice a BBC Mundo Flor Pujol, directora del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y una de las coordinadoras de un estudio acerca del caso de los warao.
Y añade: «También es una situación excepcional porque siendo el VIH una enfermedad ‘importada’, nunca ha sido una condición que afecte a las poblaciones autóctonas latinoamericanas».
Muerte muy rápida
El tipo de VIH que circula entre los warao tiene una peculiaridad: el virus se transforma en sida con rapidez y ocasiona la muerte del paciente en un período de tiempo corto.
«La mayoría de las infecciones por VIH empiezan como R5, y a medida que la enfermedad transcurre, el virus se transforma en X4, muy lentamente. Esa variante es mucho más agresiva, por lo que el estado de inmunodeficiencia se alcanza con mayor rapidez», le explica a BBC Mundo Héctor Rangel, biólogo del IVIC, quien también participó en la investigación.
«El 90% de los warao —prosigue Rangel— tiene el X4 y eso no es común, ni en América Latina ni el resto del mundo».
De Waard dice que la expectativa de vida de los indígenas de la tribu con VIH puede ser de dos años.
La cepa que afecta a la etnia, además, es diferente a la que circula entre el resto de la población venezolana.
«Tampoco se encuentra en el Caribe ni en Guyana. Sabemos que el brote empezó en la comunidad de Guayo, en el delta del Orinoco, pero desconocemos su origen. Las cepas parecen filipinas, pero no tenemos certeza. Por el río pasan muchos barcos, quizás se introdujo de esa manera», señala De Waard.
La importancia de los «tidawinas»
Otra característica de la epidemia es que afecta desproporcionadamente a los hombres.
«En algunas comunidades hasta un 35% de la población adulta masculina está infectada. En lo que respecta a las mujeres, hay casos en los que apenas se llega al 2%», comenta Pujol.
Un elemento que permite explicar esta disparidad se encuentra en el papel que juega la homosexualidad y la bisexualidad en la cultura warao, según coinciden los científicos que han estudiado el tema.
«Es común que individuos transgénero hombre a mujer (tidawinas en warao) tengan actividad sexual con hombres diariamente en algunas comunidades.
Algunos antropólogos opinan que los transgénero se consideran como ‘esposas’ secundarias«, refiere un estudio publicado en la revista de la Sociedad Internacional de SIDA en 2013 (*).
Un factor adicional que complica la presencia del VIH entre los indígenas es la tuberculosis. Es una enfermedad con alta prevalencia y de larga data entre los miembros de la etnia, lo que los hace más vulnerables. Y ambas condiciones se potencian cuando coexisten en el organismo.
Crisis absoluta
La falta de tratamientos con antirretrovirales para controlar el avance y el contagio del VIH también es un elemento que ha permitido que la epidemia se siga propagando.
El sistema de salud en Venezuela atraviesa una crisis que se ha agravado con el paso de los años, lo que ha hecho que la escasez de medicamentos sea una constante. La Federación Farmacéutica Venezolana calcula que hay problemas con 85% de los productos.
«En este momento hay un desabastecimiento grave de 24 antirretroviralesy hay fallas con 20 más. La última compra de medicamentos para el VIH hecha por el Ministerio de Salud fue en enero de 2017″, le dice a BBC Mundo Regina López, directora de ONUSIDA en Venezuela.
López explica que hay un plan de acción para tratar la situación de los warao que incluye una campaña educativa con el objetivo de prevenir el contagio, considerando la cosmovisión de la etnia.
Creen, por ejemplo, que el «daño» viene del aire y entra a través de la boca. El otro aspecto de la estrategia es la atención médica de la población con VIH.
«Si este plan se hubiera realizado hace un par de años, probablemente la población afectada con VIH en este momento sería menor. Hemos avanzado con lo que podemos, pero hasta que no se adquieran los antirretrovirales, no se pueden iniciar los tratamientos. Lamentablemente no sabemos cuándo se podrán adquirir», concluye López.
Y es que con un tratamiento adecuado, el riesgo de contagio del VIH es mínimo, no llega al 1%.
Llegar al fin del mundo
Un factor adicional en la ya complicada situación de los warao es el difícil acceso a la zona en la que viven.
Para llegar al lugar hay que navegar durante ocho horas en una lancha rápida, una vez que se llega a la capital del estado Delta Amacuro, en donde se encuentra el delta del Orinoco. La distancia entre esta zona y Caracas es de más de 700 kilómetros.
Hay que considerar, además, otras complicaciones generadas por la crisis económica que atraviesa Venezuela: conseguir combustible es una odisea, los motores de las lanchas son bienes preciados porque no se consiguen en el país o son demasiado caros, así que suelen «desaparecer». La inseguridad también hace que el viaje sea un riesgo.
BBC Mundo contactó al Ministerio para el Poder Popular de los Pueblos Indígenas, pero al momento de la publicación de esta nota, no había tenido respuesta.
Mientras tanto, el tiempo sigue pasando.
«Sabemos que la enfermedad se está esparciendo, pero desconocemos la dimensión de la epidemia. No tenemos una cifra de muertos, pero en una de nuestras últimas visitas, la mitad de los warao que habíamos diagnosticado con VIH en una comunidad, ya había muerto», indica De Waard.
Y concluye: «Imaginar el futuro de la tribu da miedo. El número de sus integrantes disminuirá considerablemente. Y un escenario posible sería que desaparecieran».
Lo que ya está ocurriendo es que muchos están muriendo. Sin duda.
(*) HIV-1 Epidemia en los indios warao de Venezuela: procesos inmunológicos y evolucionarios en virus y patrones epidemiológicos. Julián Villalba y otros, 2013.
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Fuente: BBC Mundo