Por: Naiguel J. Baspe.
El pasado 29 de mayo se conmemoró como todos los años, el Día Nacional del Adulto Mayor en Venezuela. Sin embargo ser parte de este grupo etario dentro del país, representa a su vez, ser parte de un grupo que cada día aumenta su vulnerabilidad y no solo deben sopesar las consecuencias de su avanzada edad, sino asumir el resultado de vivir en un país con una de las mayores tasas de desabastecimiento de medicinas, un acceso reducido a servicios de salud, escasez de comida e incluso la depresión económica en la que nos encontramos, factores que además, califican la crisis venezolana como una Emergencia Humanitaria compleja.
En diciembre de 2019 las causas de morbilidad con los más elevados índices de escasez de medicamentos a nivel nacional, fueron los destinados a atender la depresión o trastornos de la personalidad (78%) y las convulsiones (77%).Por otro lado, los fármacos destinados a la hipertensión continúan registrando los indicadores más bajos de escasez y durante los últimos meses se ha mantenido como la causa de morbilidad con mayor disponibilidad de productos en el mercado farmacéutico. Sin embargo en Venezuela la disponibilidad de medicinas es directamente proporcional al aumento en el consumo. Los elevados costos en moneda local o extranjera, son un indicador indiscutible que no permite que esta población pueda acceder a los bienes y servicios que logren cubrir sus necesidades más básicas, en especial las alimenticias y de salud.
Según un estudio divulgado en noviembre 2019 por Convite y HelpAge, donde consultaron a 903 venezolanos mayores de 55 años en tres de los 23 estados del país, un 77% de ellos dijo que no tenía acceso a suficientes alimentos y uno de cada diez dijo que se acuesta con hambre cada noche, siendo entonces la desnutrición la tercera causa de muerte más común entre los adultos mayores.
Durante este tiempo de distancia física, impuesta para evitar la propagación del COVID-19, los adultos mayores son una de las poblaciones en mayor desventaja. Tanto por su vulnerabilidad ante el virus (teniendo la tasa más elevada de fallecimientos) como por el reto que significa la medida de distanciamiento físico, mientras los más jóvenes encuentran refugio en el mundo digital, nuestros abuelos quedan en la mayoría de los casos, aislados de su familia y seres queridos.
Cabe destacar que en el país es evidenciable la insuficiencia de centros especializados para la atención de enfermedades mentales, las cuales han ido en ascenso en esta población, además del alto costo de las medicinas, destacando que parte de esta población son los jubilados y pensionados del IVSS, devengando un ingreso mensual de alrededor de 3 USD. Según datos de Convite A.C, se estima que cerca de 960.000 adultos mayores viven solos, un fenómeno que se incrementó como consecuencia de la crisis migratoria lo que justifica los cuadros depresivos que son causa de mortalidad en este grupo. Tras las altas tasas migratorias, Venezuela se convierte en un país de “abuelos”, sin embargo, no están dadas las condiciones para una vejez segura, que garantice el disfrute pleno de sus derechos que preservan su vida y garanticen igualdad de condiciones este grupo cada día está más en descuido y decadencia, por ello es necesario realizar acciones que garanticen la asistencia y acceso a la ayuda humanitaria de manera especial y además merecen una respuesta humanitaria diferenciada, siempre en pro de su bienestar.