El día 23 de mayo, activistas y personas viviendo con VIH protestaron a las afueras de la sede de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Caracas, por la falta de respuesta del Ministerio de Salud respecto a la compra de tratamientos antirretrovirales para el año.
Personas que viven con VIH, activistas y representantes de diversas ONG, exigieron respuesta ante la escasez de tratamientos antirretrovirales (ARV), fórmulas lácteas, reactivos e insumos necesarios para garantizar la salud de más de 60 mil personas que viven con el virus. La protesta ocurrió en respuesta a lo que estas personas han llamado un “Genocidio Silencioso” por parte del gobierno venezolano, que aún no ha hecho frente a la escasez, cada vez más aguda, de los tratamientos para el VIH.
En este sentido, diferentes organizaciones de la sociedad civil avalan un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) que deja ver que Venezuela ocupó el primer lugar en episodios de desabastecimiento de medicamentos antirretrovirales en América Latina y el Caribe en el año 2012, según datos emitidos por el Estado venezolano ese año. En dicha investigación, se hace notar que no se proporcionaron datos oficiales sobre el abastecimiento de estos medicamentos durante los años 2010 y 2011, lo que evidencia que el mutismo oficial frente a este tema ha sido una práctica desde hace algún tiempo. El presidente de Acción Solidaria, Feliciano Reyna, bien lo comenta en la reseña que hizo la ONG sobre la protesta: “Hemos advertido de esta situación desde el año 2009 y hubo un silencio desde hace mucho tiempo y hoy también lo hay. Ya hay medicinas que no están en inventarios y hay personas que han tenido que parar su tratamiento”.
Las implicaciones de esta situación tienen impacto muy profundo en la calidad de vida de las personas que viven con VIH. Tanto la OPS como la OMS advierten que el desabastecimiento de antirretrovirales es un problema de salud pública grave, ya que generan modificaciones e interrupciones al tratamiento de los pacientes, lo que se asocia con la aparición de resistencia a los medicamentos, infecciones oportunistas y mayor morbilidad y mortalidad.
Además de lo comentado anteriormente, en una nota realizada por Acción Solidaria comentan que, “desde el año 2014 se han incrementaron las llamadas al Centro de Información Nacional de personas que referían fallas (en el abastecimiento) de reactivos para hacer los exámenes de carga viral y CD4, sobre todo en ciudades del interior del país donde la situación es más grave porque en laboratorios privados los costos son más elevados, mujeres y hombres que afirman no ser atendidos en centros de salud porque no hay kit de bioseguridad, hijos de madres con VIH que no tienen sus fórmulas lácteas y finalmente la desesperación por la que pasan estas personas que al buscar su tratamiento les dicen que están recibiendo los del año pasado y algunas veces los reciben incompletos”.
Una crisis dentro de otra crisis
La situación de desabastecimiento se inserta en una problemática mayor, que tiene que ver con la crisis hospitalaria, de insumos médicos y medicamentos en general que atraviesa el país, y de la cual el Estado venezolano tampoco habla. En este sentido Feliciano, en una entrevista a Corresponsales Claves, menciona que “A la falta de medicamentos reactivos y de otras medicinas para curar enfermedades oportunistas, se está sumando la grave situación que se está viviendo en Venezuela, las personas trasplantadas no consiguen inmunodepresores, las mujeres con cáncer no consiguen la quimio, no hay anticonvulsivos en el país, etc, la situación es crítica desde el 2013 y 2014”.
Además, destaca Reyna: “mucha gente que vive con VIH solo puede hacer una comida al día, por el costo y por dificultad para conseguirlas. No alcanza lo que gana en el trabajo para comer y mantenerse”. En Venezuela, durante el año 2015, una investigación de la Universidad Central, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad Católica Andrés Bello, reveló que un 73% de los hogares y 76% de los venezolanos se encontraban en pobreza de ingresos, con temor a la criminalidad y con dificultades en el acceso a servicios públicos. Reyna afirma que “con una inflación alrededor de 700%, se hace muy muy difícil llevar una vida sana, y que las personas que viven con VIH puedan compensar un poco los posibles resultados adversos de la escases de medicamentos con una buena nutrición”.
Frente a esta situación tan devastadora, son las organizaciones de la sociedad civil las que se están movilizando en búsqueda de alternativas. El presidente de Acción Solidaria afirma que su organización está dispensando medicinas, de diferente tipo a, más o menos, 100 personas por mes, producto de donaciones provenientes de Miami, Madrid, México y Colombia. Adicionalmente, se están atendiendo entre 100 y 120 llamadas y respondiendo más o menos 30 mensajes de texto por mes en su Centro de Atención Nacional, en el que se orientan a las personas para referirlas a servicios que sí estén funcionando, guiarlas a lugares donde puedan recibir algún medicamento o realizar alguna donación por parte de la organización.
Es importante destacar que estas importantísimas acciones de visibilización y de apoyo a las personas que viven con VIH que están realizando diferentes organizaciones en el país, son insuficientes sin el reconocimiento de la crisis por parte del Estado y sin políticas orientadas a tratar la situación. Es por esto que actualmente el cuadro es y será cada vez más alarmante. Feliciano en la nota sobre la manifestación comenta, refiriéndose a los organismos del Estado, “No podrán resolver sin ayuda internacional; es hora de reuniones de “Alto Nivel” pero con entes de cooperación”.
No hacer nada, permanecer en silencio frente a la posibilidad de muerte de miles de personas, es una enorme irresponsabilidad, como mencionan los y las manifestantes: “un genocidio”. La comunidad internacional debe hacer eco de los reclamos de las organizaciones y personas de Venezuela y brindar todo el apoyo que esté en sus manos.