La falta de atención en el control de vigilancia sanitaria generan que más poblaciones vulnerables estén expuestas a contraer enfermedades infecciosas, como el dengue, el zika o el chikungunya
Jackelin Díaz L.
La crisis del sistema de salud, el colapso de los servicios públicos, las instituciones de salud que esquivan su responsabilidad de concentrar esfuerzos para brindar información epidemiológica, junto al deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos, son factores que disminuyen las posibilidades de hacer frente a la epidemia del dengue en Venezuela.
Son las vocerías de las organizaciones de sociedad civil y los gremios de la salud quienes se han encargado de registrar y alertar que los casos de dengue han ido en aumento en los últimos años. Recientemente, el 25 de agosto, la ONG Monitor Salud informó sobre el registro de al menos 400 casos solo en Caracas, la capital del país, para lo que va de año.
Los datos también refieren que el promedio de casos reportados incrementó de entre 5 y 10 casos a 30 y 40 casos en las últimas semanas, de acuerdo con datos de la organización.
El aumento de casos de dengue ya había sido alertado por la Agencia de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA, por sus siglas en inglés). Hasta el 21 de mayo de 2023, se contabilizaron 1.445 casos de dengue confirmados en todo el país.
Se trata de cifras aproximadas de la realidad sanitaria del país debido a que en Venezuela no hay data oficial que permita conocer los números exactos de personas infectadas por el vector. El boletín epidemiológico, publicación que es una obligación por parte del Estado, no se divulga desde el año 2016.
¿Por qué se habla de vectores?
Los vectores son organismos vivos y muchos de ellos son insectos como pulgas, piojos, garrapatas y mosquitos. Cuando estos se alimentan de la sangre de un animal o persona infectada con algún tipo de bacteria, virus o parásito, lo pueden transmitir a otros animales y personas sanas durante toda su vida. Y esto propaga velozmente la infección.
Patricia Valenzuela, médica internista infectóloga, presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología y profesora del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, explica que el aumento de casos relacionados con dengue fue alertado desde noviembre de 2022 por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La especialista citó cifras de las Naciones Unidas que refieren que desde enero hasta julio de 2023 se documentaron 3 millones de nuevas infecciones por dengue.
Para la infectóloga, los factores que inciden en el desarrollo de los criaderos del Aedes aegipty y que paralelamente incide en el número de casos de dengue es, principalmente, el aumento de las lluvias que actualmente está relacionada con el fenómeno de El Niño. “Se trata de un fenómeno que no vemos siempre. En algunas regiones puede producir sequía extrema, como también un aumento considerable de las lluvias. Se habla de que ocurre entre 3 a 5 años, pero que en líneas generales actúa como una particularidad en la incidencia de este vector”, comentó Valenzuela.
La médico infectóloga menciona que otra situación de riesgo que provoca el aumento de casos es que los huevos del Aedes aegipty pueden permanecer secos hasta un año, pero si en este periodo estos vuelven a tener contacto con el agua, el ciclo reproductivo se activa nuevamente contribuyendo con el nacimiento de nuevos mosquitos.
Valenzuela considera que una de las preocupaciones de las agencias de las Naciones Unidas al emitir estos informes sobre la situación y aumento definitivo de los casos de dengue en Venezuela es que los anticuerpos que se desarrollan al momento de la infección aguda del dengue no duran para toda la vida. Esto quiere decir que el ser humano puede volver a contraer hasta cuatro veces la enfermedad.
“En Venezuela tenemos 4 tipos de dengue. Primero si te da dengue tipo 1 o 3, eso no te protege de los otros. Además, sabemos que estos segundos episodios no siempre se manifiestan con tanta fuerza en comparación con la primera infección. Debido a que el último gran brote de este vector en Venezuela fue entre 2014 y 2015, y como han pasado varios años, esto, como consecuencia genera una disminución de los títulos de anticuerpos y una mayor población susceptible a contraer el dengue”, advirtió la especialista.
Según datos de 2020 de la OMS, las enfermedades de transmisión vectorial representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas y cada año provocan más de 700 mil muertes.
El Estado venezolano incumple con sus obligaciones
Representantes de la sociedad civil coinciden en que el hecho de que sean las organizaciones no gubernamentales, las que tomen la responsabilidad de hacer el monitoreo de casos de dengue, es un reflejo de que el Estado venezolano no está cumpliendo con sus obligaciones fundamentales.
Valenzuela también señala que son necesarios los esfuerzos para elaborar un mapa de epidemias y que la vigilancia y el control vectorial sea continua. También refirió la necesidad de que se publique el boletín epidemiológico que ofrezca cifras y número sobre la situación de las enfermedades, además de su interrelación geográfica en el país.
“El boletín epidemiológico al igual que el mapa de epidemias es importante para elaborar análisis y así contrarrestar los brotes en las poblaciones de determinada enfermedad. Eso también nos orienta a campañas de prevención para evitar la producción de criaderos y de formas adultas del mosquito. En definitiva, se trata de un trabajo en equipo en el que están vinculadas las autoridades sanitarias locales, regionales y de los ciudadanos”, puntualizó.
El dengue es una enfermedad que se considera reemergente porque desde 1950 se ha propagado por el Sudeste asiático y en 1990 resurgió en el Índico, Pacífico Sur y América. Pero la parte más complicada la sufren las poblaciones económicamente vulnerables que están mayormente expuestas a condiciones desfavorables y, por tanto, corren más peligro de contraer enfermedades como el dengue y desarrollarlas en su forma más grave. Y ante un sistema de salud en colapso, quienes más sufren son las poblaciones de riesgo como niños, niñas, adolescentes y mujeres.
En ese sentido, un programa de prevención que resguarde sus vidas junto con la vigilancia epidemiológica es vital para contrarrestar los efectos de las enfermedades transmitidas por vectores. A pesar de su complejidad, este problema de salud pública solo puede encontrar solución de la mano de todos los actores de la sociedad y un Estado comprometido a asumir sus funciones.