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Juan M. Rodrigues Goncalves

 

De acuerdo con el portal de Mayo Clinic, el  Virus del Papiloma Humano (VPH) es “la infección por el virus del papiloma humano, es una infección viral que comúnmente causa crecimientos en la piel o en las membranas mucosas (verrugas). Existen más de 100 variedades del virus del papiloma humano. Algunos tipos de infección por el virus del papiloma humano causan verrugas y otros pueden causar diferentes tipos de cáncer”.

El VPH es una las principales causas de diversos tipos de cáncer entre los cuales destaca el de cuello uterino, de pene, orofaríngeo (parte posterior de garganta, boca y lengua) y anal. En caso del cáncer de cuello uterino en el ámbito global,  es el cuarto tipo de cáncer más común entre las mujeres con una incidencia para 2020 de 604.000 nuevos casos y 342.000 muertes y cerca del 90% de los nuevos casos y muertes fueron mujeres de países de medio y bajos ingresos.

Asimismo, el VPH es el responsable de 90% de los cánceres de ano, 70% de los cánceres de vagina y vulva y más de 60% de los de pene, por lo que se trata de un problema de salud pública que debe ser atendido como tal por parte de los Estados. 

En este sentido, han sido desarrolladas varias vacunas contra el VPH que previenen el contagio ante varios tipos de cepas de VPH y hasta ahora existen tres vacunas disponibles: Gardasil (efectiva contra los VPH tipo 6, 11, 16 y 18), Cervarix (efectiva contra VPH tipo 16 y 18) y la Gardasil-9 (efectiva contra los VPH tipo 6, 11, 16, 18, 31, 33, 45, 52 y 58). De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, para 2021, 44 países de Latinoamérica y el Caribe han incluido la vacuna dentro de sus Programas Ampliados de Inmunización (PAI), Venezuela no se encuentra en dicha lista a pesar de que la vacuna ha sido aprobada por la autoridades sanitarias del país. 

El Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel autorizó el uso de la vacuna en el año 2014 y en 2015 se anunció su incorporación en el PAI, no obstante esto no ha ocurrido, esto quiere decir que el acceso a la misma está limitado a quienes puedan acudir al sector privado, donde su costo está entre  80 y 150 dólares, un precio que no se encuentra al alcance de la mayoría de los venezolanos.

Ahora bien, ¿en qué se traduce eso? Venezuela forma parte de un club en la región integrado por 6 países que aún no han introducido la vacuna dentro de sus PAI, por lo que se encuentra en estado de rezago en la lucha contra el cáncer de cuello uterino. De acuerdo con la Sociedad Anticancerosa de Venezuela (SAV), este tipo de cáncer es el segundo con más incidencia entre las mujeres venezolanas, por detrás del de mama. Algunas cifras sugieren que en 2020 murieron más de 2.000 mujeres como consecuencia de esta condición y ese mismo año fueron diagnosticadas otras 4.000 mujeres, cifras realmente alarmantes y que requieren atención. 

La Sociedad Venezolana de Obstetricia y Ginecología (SOGV) mantuvo contactos con autoridades nacionales para la implementación de dicha vacuna, sin embargo, la pandemia por el COVID-19 interrumpió dichas conversaciones y no se han dado avances para la vacunación masiva, aunado al hecho de que la implementación de un plan en la materia requiere una cantidad importante de recursos debido al costo de cada vacuna. 

La situación es compleja y urgente, toda vez que las muertes por cáncer de cuello uterino aumentaron en 66,9% desde 2019, de acuerdo con cifras de la SAV. En este sentido, se hace necesaria la cooperación directa con el Fondo Rotatorio de Vacunas de las OPS, con quien Venezuela mantiene una deuda desde 2017, para la adquisición de vacunas y su inclusión dentro del PAI. 

Posteriormente, deben ser vacunadas la poblaciones prioritarias, entre las cuales se encuentran las niñas de entre 9 y 14 años de edad, y una vez alcanzadas, progresivamente incluir a otros grupos etarios para mantener una lucha efectiva con los diversos tipos de cáncer que causan algunos tipos de VPH. 

Debe igualmente ser considerado un plan de educación e información en salud sexual y reproductiva que permita a la población en general y, en especial a los jóvenes, poder conocer las formas de protegerse.

Finalmente, resulta fundamental que la población pueda acceder a métodos barrera de protección como los condones masculinos o femeninos, para poder tener mecanismos efectivos para evitar el contagio. En definitiva, se hace necesaria la implementación de una estrategia que abarque no solamente la vacunación, sino la prevención y difusión de información.