Este 25 de noviembre se conmemora el “Día Internacional para Eliminar la Violencia contra la Mujer” que marca el inicio de la Campaña Únete de la ONU que contempla 16 días de activismo contra la violencia basada en género, arrancando el 25 de noviembre y finalizando el 10 de diciembre, que es el Día Internacional de los Derechos Humanos. Este día encuentra sus antecedentes de manera extraoficial en 1981, cuando un grupo de activistas protestaban por la violencia contra la mujer, recordando a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron brutalmente asesinadas en 1960, durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana

Kimberley González

Las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal y su familia, al igual que muchas, fueron víctimas de la represión del gobierno de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, un hecho que acabó trágicamente con el asesinato de las tres hermanas en 1960. Esta funesta historia, cobra importancia para el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres (25 de noviembre) por los patrones de “Violencia Basada en Género” (VBG) que pueden identificarse en el feminicidio de las hermanas Mirabal. 

En las memorias de Dedé Mirabal, “Vivas en su jardín” (2009), la hermana que sobrevivió hace un recuento de los hechos; Trujillo arremetió contra ellas por su rol de activistas políticas, pero un componente importante, fue la cólera de no haber conseguido el interés romántico/sexual de Minerva, al punto de ejercer un control excesivo y abusivo sobre ella y su familia hasta el día de su muerte. 

¿Qué es la Violencia Basada en Género (VBG)? Y sus cifras…

La VBG se define como todos aquellos actos perjudiciales que se perpetran contra la voluntad de una persona y que se basa en diferencias socialmente atribuidas a hombres y mujeres , la Declaración de las Naciones Unidas de 1993, al igual que la Convención de Belem do Pará de 1994, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconocen este tipo de violencia como una forma de vulneración a los Derechos Humanos, al igual que un problema de salud pública y de justicia social. 

Lamentablemente, se calcula que en todo el mundo 736 millones de mujeres, casi 1 de cada 3, han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja, según datos de ONU Mujeres (agencia que se dedica a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres). Esta data no solo representa la situación de vulnerabilidad a la que se enfrentan las mujeres al hablar de violencia, sino que, no incluyen otras manifestaciones de la misma como el acoso sexual, la violencia simbólica, política, económica e incluso las múltiples formas que adquiere la desigualdad de género. Además, para 2022 unas 48.800 mujeres y niñas murieron a manos de su pareja u otros familiares en el mundo, es decir, que en promedio, al menos 5 mujeres o niñas fueron asesinadas cada hora por alguien de su propia familia.

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es por esto que se vuelve esencial considerar el bienestar de las mujeres desde un enfoque biopsicosocial, que atienda a sus necesidades básicas fundamentales, a la par que abogue por sus derechos en materia de salud mental. Esto es crucial en la construcción de una sociedad en la que se disminuyan los factores de riesgo que puedan colocarles en una situación de vulnerabilidad (como los roles y estereotipos de género), y que les permita desarrollarse plenamente. 

La experiencia de VBG puede ser realmente perturbadora para las sobrevivientes; las consecuencias van desde malestar emocional intenso, depresión, ansiedad, estrés postraumático, hasta el suicidio. El impacto en la salud mental no es el mismo a lo largo de las etapas de la vida, perdura hasta la edad adulta y puede transmitirse de una generación a otra, significando un obstáculo para su desarrollo psicosocial. Además, las mujeres suelen encontrar barreras sociales y culturales para acceder a los servicios de atención integral, y muchas veces, se encuentran en ciclos de violencia difíciles de romper y que perpetúan estos daños.

Eliminar la violencia contra la mujer implica erradicar barreras y garantizar una vida digna para ellas, lo que, sin duda, debe ocurrir de manera coordinada con un enfoque que incluya su salud mental. La atención en casos de sobrevivientes de VBG, es fundamental para lograr que su recuperación sea efectiva, El Fondo de Población para las Naciones Unidas (UNFPA) sostiene que el acompañamiento psicosocial en casos de emergencias y VBG, busca: la restitución inmediata de la dignidad humana; crea capacidad transformadora desde las personas; se centra en la experiencia y no en el síntoma (patología versus salud mental); prioriza el rescate de los factores de afrontamiento positivos de las personas; y, construye con las personas a través del fortalecimiento de la organización y la participación.

Lo que podemos hacer: trabajar para erradicar la VBG

En el escenario actual, donde los espacios de reunión de mujeres son limitados, es especialmente necesario impulsar la construcción de espacios seguros que ayuden a las mujeres a su socialización, a la construcción de redes de apoyo, a encontrar herramientas para sobrellevar episodios de VBG que sean efectivos, sin estigma y no revictimizantes, pues, los procesos que experimentaron requieren de una atención especial que les permita salir adelante, no sentirse solas ni aisladas, y apoyar el bienestar mental. 

Desde Acción Solidaria, hacemos un llamado a fortalecer las políticas públicas, las iniciativas comunitarias, privadas y de organizaciones de sociedad civil para que aborden la Violencia Basada en Género desde un enfoque transversal e integral. Es fundamental sensibilizar a los equipos de trabajo e implementar el enfoque de género en la ejecución de nuestras actividades, para, independientemente del tipo de labor que ejecutemos, ofrecer respuestas a personas sobrevivientes de este tipo de violencia, derribando estereotipos y roles de género perjudiciales y construyendo sociedades que respeten la dignidad, vida e igualdad de todas las personas.