Abordar términos es crucial para fomentar la empatía y comprender las vivencias de las personas LGBTIQ+. Esto también nos permite entender posturas y decisiones que constituyen formas de violencia, ayudándonos a crear un entorno más inclusivo y respetuoso
Jackelin Díaz Landazábal
El ser humano es innatamente social, y desde el nacimiento, la familia representa el primer y más fundamental grupo que lo protege y cría. Desde temprana edad, internalizamos la noción de que pertenecer a este círculo nos brinda seguridad y pertenencia. Sin embargo, cuando este vínculo se quiebra, ya sea por discriminación o cualquier otra razón, surge un profundo sentimiento de desarraigo.
Para las personas LGBTIQ+, esta ruptura puede ser especialmente dolorosa, ya que enfrentan una mayor probabilidad de enfrentarse al rechazo y odio. Es aquí donde la sensibilización y el apoyo del núcleo familiar más cercano juegan un papel crucial.
Cuando la familia o el círculo cercano está dispuesto a comprender y aceptar la diversidad sexual y de género, se crean entornos seguros donde cada individuo puede desarrollarse plenamente, sin temor a ser juzgado o rechazado por su orientación o identidad.
Por ello, con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, en Acción Solidaria hemos elaborado una guía destinada a explicar cada uno de estos términos. El propósito es brindar a la sociedad las herramientas necesarias para reconocer conductas que podrían constituir formas de violencia contra el colectivo LGBTIQ+.
Homofobia
César Pacheco, director de la Unidad de Respuesta en VIH de Acción Solidaria, explica que se entiende por homofobia el rechazo, odio, incomodidad, miedo y desconfianza dirigidos hacia personas que se identifican como lesbianas, gays o bisexuales, debido a su orientación sexual no heteronormativa. Precisó que estas conductas de odio pueden tener un impacto negativo en el desarrollo de las personas del colectivo LGBTIQ+.
Según Pacheco, el impacto de la homofobia varía según la gravedad de los actos de odio o violencia dirigidos hacia una persona. Algunos comportamientos homofóbicos, como los chistes, son sutiles, comunes y normalizados desde la infancia en la sociedad.
«En el área de nuestra experticia, desde la unidad de respuesta en VIH, observamos cómo los comportamientos homofóbicos aumentan el estigma, la discriminación e incluso la criminalización hacia personas lesbianas, gays y bisexuales, simplemente por ser quienes son y sentir de manera diferente. Esto restringe significativamente su acceso a información crucial, como medidas de protección efectivas contra el VIH y otras infecciones de salud sexual. El miedo al rechazo es una sensación inevitable. Crecer o desarrollarse con este miedo impide no solo buscar información sobre ITS en centros de salud, sino también limita el desarrollo integral de las personas», dijo Pacheco.
Yendri Velásquez, activista por los derechos humanos y director del Observatorio de Violencias LGBTIQ+, refiere que los actos de homofobia pueden presentarse como odio, discriminación y estigma solo por romper la norma de la heterosexualidad.
Velásquez también coincide en que la homofobia puede surgir de microviolencias cotidianas, como burlas, acoso escolar y chalequeo, hasta formas más letales, como asesinatos basados en prejuicios homofóbicos.
El activista señaló que la violencia motivada por el odio conlleva la negación sistemática de derechos fundamentales, incluyendo el derecho a la vida, la participación política, la salud, la educación, la igualdad ante la ley, la formación de familia y la protección contra la violencia y la discriminación.
Transfobia
César Pacheco define la transfobia como el rechazo, trato diferenciado y odio hacia las personas transgénero solo por el hecho de ser transgénero. Este comportamiento no tiene que ver con otras características de la persona, sino que está relacionado con ser transgénero, de género fluido, queer o identificarse de manera no heteronormativa.
Para Pacheco, los actos y conductas de odio, rechazo, estigma y discriminación hacia las personas transgénero son tanto evidentes como invisibilizados. Explica que es común que las personas transgénero enfrenten barreras significativas en el ámbito laboral, viéndose obligadas a aceptar trabajos indignos o no convencionales debido a la discriminación estructural.
La transfobia, dice el director de la unidad, también se manifiesta como lo refleja la falta de acceso a oportunidades equitativas y una continua marginación que afecta su calidad de vida. Pacheco señaló que la discriminación ocurre en todos los aspectos de la vida cotidiana, perpetuando un ciclo de exclusión y vulnerabilidad.
La invisibilidad de estas conductas en la sociedad amplifica su impacto, dificultando aún más la lucha por los derechos y la inclusión de las personas transgénero. Para Pacheco, abordar estos problemas requiere un esfuerzo conjunto para visibilizar y combatir las diversas formas de discriminación que enfrentan.
«Es muy frecuente que, lamentablemente, las personas transgénero en nuestra sociedad estén prácticamente condenadas a ejercer el trabajo sexual. Las personas transgénero sufren un grado de violencia mucho más fuerte y marcado, y esta violencia está mucho más naturalizada o interiorizada. La persona transgénero siente que la falta de oportunidades es parte de su elección. Cuando hablamos del colectivo LGBTIQ+, vemos que las personas transgénero son las que más sufren rechazo, las que menos acceden a servicios médicos y están más vulnerables a infecciones de transmisión sexual, básicamente por el contexto en el que viven”, dijo Pacheco.
Yendri Velásquez describe la transfobia como un concepto similar a la homofobia, pero dirigido hacia las personas trans. Además, caracteriza a la transfobia como odio, discriminación, prejuicios y estigmas contra las personas trans por romper con la norma cisgénero. Esta norma espera que la identidad de género de una persona coincida con el género asignado al nacer. La transfobia se manifiesta simplemente porque una persona es trans y su identidad de género no se alinea con las expectativas de la sociedad basadas en su género asignado al nacer.
Pacheco sostuvo que la negación y la obstaculización de derechos son problemas graves para la población trans, profundizando las violencias en comparación con la homofobia. Las personas trans están más expuestas a la violencia y a la discriminación. Explica que si un hombre homosexual o una mujer lesbiana cumplen con algunos parámetros sociales de comportamiento, la gente puede asumir su heterosexualidad. Sin embargo, una persona trans, cuya mera existencia desafía el sistema, se convierte en un foco de violencia y ataques.
Desde temprana edad, las personas trans experimentan violencia tanto en el hogar como en la calle. Además, enfrentan obstáculos significativos para acceder a empleos dignos, obtener documentos de identidad que reflejen su género y ejercer su derecho a la identidad. Pacheco subraya que los derechos humanos son interdependientes y que la falta de reconocimiento de la identidad de género agrava los desafíos para disfrutar del resto de los derechos humanos.
Comentó que estudios muestran que la discriminación, la transfobia y la homofobia perpetúan círculos de pobreza y pobreza extrema. En contextos como el venezolano, con una emergencia humanitaria compleja y profundas necesidades humanitarias, esta discriminación histórica del Estado intensifica las desigualdades, haciendo que las personas trans sean particularmente vulnerables y requieran esfuerzos extraordinarios para superar los niveles de pobreza que enfrentan.
Bifobia
César Pacheco entiende la bifobia como el rechazo o incomodidad hacia las personas bisexuales. Explica que la bifobia tiene su manera de actuar y una de ella es obligar al individuo que se identifica como bisexual a tomar un rol, un puesto o un papel, bien sea en el ámbito de la homosexualidad o de la heterosexualidad.
La bifobia se manifiesta al tachar o menospreciar la orientación o expresión de género bisexual. También ocurre al degradar el término bisexual por considerarlo “indefinido”.
Las personas bisexuales enfrentan esta discriminación de manera constante. Este rechazo proviene de la percepción errónea de que la bisexualidad no es una orientación sexual válida.
La bifobia no solo se origina en personas heterosexuales, sino también en otras personas dentro del colectivo LGBTIQ+. Esta actitud refleja la falta de comprensión y aceptación hacia la bisexualidad como una orientación legítima.
Yendri Velásquez explica que la bifobia se caracteriza por prejuicios, estigmas, estereotipos y odio contra las personas bisexuales, simplemente por su orientación sexual. Las personas bisexuales enfrentan odio y discriminación de todos los sectores, incluidas otras personas lesbianas, gays, trans, intersex y queer.
Según Velásquez, esto ocurre porque todos somos criados bajo un sistema que nos enseña a discriminar las diferencias. Asumimos nuestras experiencias individuales como naturales, pero tendemos a discriminar cuando vemos diferencias en otras expresiones, orientaciones y vivencias.
Las personas bisexuales sufren una doble discriminación por parte de personas homosexuales y heterosexuales. Esta situación refleja cómo el sistema de discriminación afecta a todos, independientemente de su orientación sexual.
Pacheco y Velásquez coinciden en la necesidad de una educación que aborde los prejuicios y estereotipos negativos que impulsan acciones discriminatorias y violentas contra las personas LGBTIQ+. Ambos destacan que estos prejuicios y estereotipos no son inherentemente negativos, pero se vuelven dañinos cuando motivan comportamientos perjudiciales hacia otros seres humanos. La educación debe enfocarse en cuestionar, problematizar y desmantelar estas ideas negativas que buscan deshumanizar los colectivos promoviendo el daño y la exclusión.
Ambos voceros consideran que es crucial que las personas se tomen un momento para reflexionar sobre el impacto de sus acciones basadas en prejuicios y estereotipos negativos.
Como individuos y como sociedad, expresaron que las personas deben preguntarse cuánto daño están dispuestos a causar a otra persona simplemente por tener una orientación sexual, identidad de género o expresión de género diferente a la esperada. La educación debe fomentar esta reflexión y promover una mayor empatía y comprensión hacia las diferencias.
«Han dicho históricamente que las personas LGBTIQ+ buscan destruir a la familia o las infancias y nos han convertido en una especie de adversarios. Por eso es fundamental la sensibilización porque nos abre la puerta al entendimiento y a la empatía. Una de las posibilidades más bellas de la humanidad, de los seres humanos, es la capacidad que tenemos de ejercer la empatía. Quizás no es ponernos en los zapatos de otros, pero sí es poder entender y hacer un esfuerzo por comprender las vivencias, las experiencias, las perspectivas o los obstáculos que puedan estar enfrentando cada quien”, concluyó Velásquez.