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Como iniciativa de la Asociación Mundial para la Salud Sexual, cada 4 de septiembre se celebra mundialmente el Día de la Salud Sexual con el fin de concienciar a la población sobre los derechos sexuales, la diversidad sexual y la salud sexual de manera responsable, placentera y libre de riegos y discriminación.

Anamar Córdova y Jennifer Jardim

El lema de este año está orientado a las «Relaciones Positivas» y se busca resaltar la importancia de las relaciones sexuales y afectivas saludables, basadas en el respeto mutuo, la comunicación abierta y la igualdad. Las relaciones positivas en el marco del Día de la Salud Sexual se refieren a todo tipo de relaciones, no solamente de carácter sexual, como la interacción que existe entre las personas que se desarrollan de distintas formas y con diversas dinámicas. Algunas características que tienden a manifestar las relaciones saludables son: confianza, amabilidad, cuidado, respeto, atención, seguridad, diversión y apoyo.

Esta conceptualización va de la mano con la definición de la Salud Sexual dado por la Organización Mundial de la Salud, la cual señala un enfoque positivo de la sexualidad y de las relaciones sexuales, permitiendo así la posibilidad de tener relaciones placenteras, seguras, libres de coacción, discriminación y violencia. Para tal fin, la Asociación Mundial para la Salud Sexual publicó en 1999 la Declaración de los Derechos Sexuales para promover derechos asociados a este tema como la libertad, la igualdad, la autonomía, la privacidad, entre otros. Así pues, desde Acción Solidaria te compartimos una guía básica sobre los derechos sexuales y reproductivos. 

Guía básica para entender los derechos sexuales y reproductivos

Los derechos sexuales y reproductivos son derechos humanos. Estos buscan garantizar que todas las personas podamos tomar decisiones informadas sobre nuestra vida sexual y reproductiva, en función de la vivencia interna (ligada al cuerpo, la mente, la espiritualidad, las emociones y la salud de cada persona) y externa (contexto social, histórico, político y cultural). 

La toma de decisiones en materia de sexualidad y reproducción debe además cumplir con otros requisitos: deben ser libres y sin coerción (no forzadas), sin discriminación o violencia y dentro de un contexto respetuoso de la dignidad humana. Otro elemento que debemos considerar al hablar de estos derechos es que los derechos sexuales y los derechos reproductivos, aunque se relacionan, no son lo mismo. 

Los derechos sexuales, por una parte, nos hablan de la libertad de las personas para ejercer su sexualidad de manera saludable, sin ningún tipo de abuso, coerción, violencia o discriminación. Los derechos reproductivos se refieren a la libertad de una persona a los fines de decidir sobre su capacidad de procrear: el derecho a decidir tener o no hijos, la cantidad y el espaciamiento entre ellos, el acceso a la información y a los métodos anticonceptivos, entre otros. 

Los derechos humanos se relacionan entre sí, por ello, la vulneración a los derechos sexuales y reproductivos puede afectar otros derechos, a esto lo llamamos “transversalidad”. Por ejemplo: la restricción a la información sobre salud sexual integral (Educación Sexual Integral) y anticonceptivos, puede llevar a las personas a tener hijos e hijas sin la planificación adecuada lo que reduce la capacidad de las personas para tomar decisiones sobre su propia salud y futuro familiar, ello implica la vulneración de otros derechos como: el derecho a la educación, a la salud, a acceder a servicios de salud sexual, a disfrutar de una vida sexual placentera, entre otros. 

Aunado a ello, la vulneración a los derechos sexuales y reproductivos afecta diferenciadamente a las mujeres, debido a una compleja interacción de factores históricos, sociales, culturales y económicos que han perpetuado la existencia de roles, estereotipos y desigualdades. Ello resulta incluso más evidente en países donde aún se permite el matrimonio infantil, uniones tempranas o la mutilación genital femenina; sin embargo, es una tendencia universal la afectación desigual de las mujeres respecto al acceso a estos derechos, incluso en los países más desarrollados.

Los derechos sexuales y reproductivos juegan un papel fundamental en la promoción de la dignidad humana, la igualdad de género y el bienestar general de las personas, por lo que el respeto, promoción y garantías son requisitos indispensables para el buen funcionamiento de la sociedad. 

Estos derechos permiten a las personas tomar decisiones informadas sobre su salud, su cuerpo y su vida reproductiva, lo que es esencial para garantizar su autonomía y empoderamiento, ello nos permite conocer la importancia para el individuo; pero, también genera impactos positivos en la sociedad: el acceso a servicios de salud sexual y reproductiva contribuye a la reducción de embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual (ITS) y complicaciones relacionadas con el embarazo, mejorando así la salud pública.