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Son múltiples los estudios y análisis que existen sobre las brechas de género y las dificultades que tienen las mujeres para poder gozar en igualdad de condiciones los mismos derechos que los hombres. Un monitoreo de Acción Solidaria arrojó datos que confirman esa desigualdad

Juan M. Rodrigues Goncalves

Entre el 7 de marzo y el 8 de abril de 2022, se realizó un diagnóstico comunitario entre los usuarios de los distintos servicios que ofrece nuestra organización. Entre los resultados más destacados se encuentran los referidos a la composición y características de la población que atendemos todos los días. 

De las 399 personas encuestadas, 226 se identifican como mujeres, lo que equivale a 57% del total de personas entrevistadas: la mayoría de las personas que se atendieron en Acción Solidaria durante el período de la encuesta son mujeres. Un dato que se confirma con las cifras del Programa de Respuesta Humanitaria en Salud, donde también la mayoría de quienes se benefician son mujeres.

Son múltiples los estudios y análisis que existen sobre las brechas de género y las dificultades que tienen las mujeres para poder gozar en igualdad de condiciones los mismos derechos que los hombres. Este estudio arrojó datos que confirman esa desigualdad.

Información socioeconómica

En lo que se refiere al acceso a educación, 89% de las mujeres encuestadas indicó haber culminado sus estudios de secundaria frente a 93% de los hombres y, aunque este dato no revela una brecha muy importante, es significativa cuando se analiza la información  de acceso a trabajo formal e ingresos. 

55% de los hombres indicó tener acceso a trabajo formal, en contraste con 31% de las mujeres. 6 de cada 10 mujeres realizan algún tipo de trabajo informal, frente a 4 de cada 10 hombres. 

Estos datos parciales revelan que los hombres tienen mejor acceso a trabajo formal que las mujeres, con todo lo que ello implica en términos de acceso a beneficios y derechos laborales (salario, prestaciones sociales, bonos salariales, seguridad social, utilidades, entre otros), que varían dependiendo del tipo de trabajo y al sector al que pertenezca. Este dato, además, se condice con el de trabajo informal, ya que la mayoría de las mujeres tienen algún tipo de trabajo informal.

Las razones de estas cifras se explican cuando se analizan los datos sobre trabajos de hogar. Así, 94% de las mujeres encuestadas indicó “trabajo de hogar” entre las ocupaciones, frente a solo 2% de los hombres. El trabajo doméstico ha sido tradicionalmente asignado a las mujeres, siendo uno de los principales roles basados en el género que se mantienen en la sociedad venezolana. 

Las labores del hogar, que no solamente incluyen la atención doméstica, sino además labores de cuidado familiar, obstaculizan el acceso a empleos formales, lo que las obliga a optar por opciones informales que les permitan realizar labores remuneradas desde el hogar. 

En cuanto a la evaluación de los ingresos, existe una brecha de género marcada: por cada hombre que calificó su ingreso como “Muy insuficiente” hay dos mujeres, es decir, el doble de estas considera que sus ingresos no le alcanzan para casi nada. Las mujeres, al igual que los hombres encuestados, tienen en promedio una persona a su cargo, a la cual deben mantener. Esta carga es superior en las mujeres porque la afrontan con peores condiciones económicas (ocupación e ingresos). 

Un pensamiento arraigado y que pudiera calificarse de lógico, es que una persona estudia para proveerse de mejores oportunidades laborales y, a su vez, tener acceso a mejores remuneraciones, lo que impactará positivamente en su calidad de vida. Esa ecuación no es tan exacta en el caso venezolano, debido a la Emergencia Humanitaria Compleja. En el caso de las mujeres, no resulta aplicable, porque como se expuso, a pesar de contar con niveles educativos similares, esto no se traduce en mejores condiciones laborales y económicas. 

Acceso a atención médica y medicinas 

El seguro médico privado ha convertido en un lujo en Venezuela. 75% de las personas encuestadas indicó que no poseía debido a los altos costos de las primas.

Cuando se evalúan en detalle los resultados tenemos que por cada 3 hombres encuestados con seguro médico privado hay solo 2 mujeres, esto se explica porque las mujeres encuestadas tienen menores ingresos que los hombres. 

Ahora bien, el 35% de las mujeres encuestadas tiene prevalencia a algún tipo de discapacidad, y aunque esto no revela una brecha de género, sí resalta una vulnerabilidad adicional con la que vive una parte importante de las mujeres encuestadas. 

Salud menstrual

El diagnóstico incluyó una serie de preguntas sobre salud menstrual, pero hubo una de las interrogantes que se realizó a todos los encuestados, tanto mujeres como hombres. Esta pedía a los encuestados nombrar dos palabras con las que relacionan la menstruación. 

Sobre la aplicación de esta pregunta, hay que destacar varios aspectos. El primero de ellos era la dificultad e incomodidad que esta pregunta generó entre los encuestados, tanto hombres como mujeres, lo que denota que la menstruación, a pesar de ser un proceso biológico normal y natural, sigue siendo tabú. 

El segundo aspecto relevante es el tipo de palabras que las personas indicaron, que fueron clasificadas en grupos. Solo 7% de las personas entrevistadas indicaron palabras que asocian a la menstruación con aspectos positivos. 

De hecho, palabras como doloroso, dolor o dolores se repitieron 121 veces, siendo el grupo de palabras más repetidas entre los encuestados, quienes en definitiva asocian a la menstruación con negatividad o lo ven desde un punto de vista orgánico y sintomático, lo cual aleja a las personas del centro de la discusión. 

Igualmente, hay que destacar que el grupo negativo de palabras, es el que mayor variedad de vocablos diferentes tiene, y entre ellos destacaron: asquerosa, bipolaridad, depresión, fatal, baja autoestima, entre otras, lo que resalta la concepción y estigmas asociados a la menstruación. 

Este diagnóstico comunitario permite confirmar datos que ya son conocidos, porque en nuestra sociedad persisten roles y estereotipos de género que impiden que las mujeres puedan gozar de mejores condiciones de vida, salud, trabajo, lo que las hace aún más vulnerables a la violencia y en general, a violación de sus derechos. Esto, en medio de una Emergencia Humanitaria Compleja.

El enfoque de género debe estar implementado en todas las áreas y políticas públicas, empezando desde la educación, para eliminar las brechas existentes entre hombres y mujeres.