Cada 4 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Salud Sexual, iniciativa promovida por la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) desde el año 2010, que busca no solo concientizar sobre la importancia del acceso a la educación sexual integral, sino también promover los derechos sexuales y reproductivos de toda la población
Anamar Cordova
En el marco del Día Mundial de la Salud Sexual, el cual se celebra el 4 de septiembre de cada año, desde Acción Solidaria queremos recordar la obligación que tiene el Estado venezolano en materia de Educación Sexual Integral (ESI), la cual se ha visto negativamente afectada por la escasa atención e importancia dada dentro del sistema educativo en los últimos años, pasando por alto los derechos, principalmente, de todos los niños, niñas y adolescentes (NNA) quienes representan una población vulnerable por factores como la falta de autonomía a la hora de exigir sus derechos o a la alta dependencia a sus representantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró en el 2023 que la ESI busca brindar información precisa y apropiada a jóvenes sobre temas de salud sexual y reproductiva y cuestiones relacionadas con la sexualidad, entendiendo esto como un derecho humano cuyo reconocimiento se traduce en mejoras en la calidad de vida y el desarrollo de todas las personas.
De acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), de la cual Venezuela es parte desde 1990, en su artículo 29 destaca que, los Estados reconocen que la educación de los niños deberá estar encaminada a desarrollar las capacidades mentales y físicas para una vida adulta activa y responsable.
Es así como en Venezuela, los NNA tienen el “derecho de recibir información adecuada para su desarrollo integral” según el artículo 54 de nuestra Constitución, entendiendo que la salud sexual es una parte esencial e inseparable de ese desarrollo. Asimismo, la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA) establece que:
“Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser informados e informadas y educados o educadas, de acuerdo a su desarrollo, en salud sexual y reproductiva para una conducta sexual y una maternidad y paternidad responsable, sana, voluntaria y sin riesgos.”
A pesar de lo establecido en nuestra legislación en materia de protección de NNA, el país tiene el índice de fecundidad adolescente más alto de Sudamérica, con una cifra de 97 embarazos por cada 1.000 mujeres entre 15 y 19 años, superando ampliamente el promedio regional de 62 por cada 1.000, según lo señalado en el Reporte de Situación Enero – Junio del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Venezuela.
¿A qué se debe la falta de educación en materia sexual?
Cuando hablamos de ESI, nos referimos a un tema que ha sido calificado históricamente como tabú, una cuestión cuya discusión genera vergüenza, pena e incomodidad, dejando así un lugar vacío en la materia que luego será experimentado desde un espacio inseguro y con consecuencias para toda la vida. De esta forma, es necesario destacar la importancia de impartir esta educación desde una perspectiva científica y progresiva según la edad, entendiendo que la sexualidad se debe vivir de manera responsable, libre, plena, segura, sana, efectiva y placentera, que permita tomar decisiones de manera consciente y dejando a un lado la educación sexual moralista, machista, superficial y no transversal, donde en el aula de clase sólo se discuten contenidos ligados a la fracción biológica del ser humano como los órganos reproductivos y el ciclo del embarazo.
Resulta vital recalcar que la ESI y los derechos sexuales abarcan mucho más allá de eso, desde conversaciones sobre planificación familiar hasta debates sobre diversidad sexual, pasando por el entendimiento de la autonomía corporal, la pubertad y la menstruación, las infecciones de transmisión sexual, el acceso a anticonceptivos, entre otros.
Si bien es cierto que el hogar y la familia deberían representar una zona segura en donde niños y adolescentes se sientan en la comodidad de preguntar y discutir sobre su salud sexual, en la mayoría de los casos no es así. Esto acorta el abanico de posibilidades de dónde buscar información y al eliminar la escuela como un lugar para conocer sobre la sexualidad, las opciones se limitan al internet, rumores, y conversaciones con otros compañeros de clases cuyo entendimiento está limitado y muchas veces sesgado por opiniones y creencias particulares, así lo confirma varios expertos consultados en materia.
Pinceladas en políticas públicas
Aunque se han registrado iniciativas desde el sector público en cuanto a la implementación de la ESI en nuestro sistema educativo, los esfuerzos siguen sin ser suficientes. Para poner un ejemplo, señalamos el documento emanado del Ministerio del Poder Popular para la Educación en articulación con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) publicado en 2018 donde se brinda una guía hacia los NNA para difundir Orientaciones Pedagógicas para la Educación Integral de la Sexualidad (ESI) en el subsistema de educación básica, así como también la Gaceta Oficial número 42.063 publicada el 5 de febrero de 2021 que sería aplicada específicamente al área de atención pedagógica en el mismo rango educativo para ofrecer conocimientos que desarrollen habilidades y estilos de vida saludable con una visión positiva de la sexualidad.
Sin embargo, sería incorrecto afirmar que hay una política de Estado bien establecida y con recursos destinados a su debida implementación. Asimismo, queremos resaltar la falta de programas de educación sexual y reproductiva en universidades y demás espacios de formación profesional, lo que conlleva a una carencia de personal capacitado no solo para impartir información en las instituciones, sino también para el estudio y profundización sobre los derechos sexuales y reproductivos en la agenda educativa nacional, esto de conformidad con el análisis de la docente Mercedes Muñoz, presidenta de la Asociación Venezolana para la Salud Sexual Alternativa (AVESA).
Por último, la celebración de este día en Venezuela nos invita a prestar atención a los múltiples escenarios asociados a la salud sexual con una perspectiva de género dentro de la Emergencia Humanitaria Compleja (ehc), es decir, entender que la población vulnerable (mujeres, NNA, personas sexo-diversas, personas con discapacidad, población indígena, etc.) sufren la crisis de manera diferenciada con un impacto distinto para cada grupo en situación de vulnerabilidad y cuyas necesidades deben ser atendidas partiendo de la base de una educación sexual integral que permita reconocer, promover y exigir sus derechos en un país donde sobran las dificultades, sobre todo con el acceso al derecho humano a la salud, tal como ha sido reportado en nuestro informe Venezuela: salud en emergencia en donde sólo en el 2022 se identificaron 225 eventos relacionados con la afectación del derecho a la salud de niños, niñas y adolescente, sin dejar de mencionar, específicamente, nuestra preocupación por la alta tasa registrada de niños menores de 14 años con VIH según nuestra investigación realizada para el informe Venezuela con V de VIH (2022).
En conclusión, la implementación de una educación sexual integral en Venezuela juega un papel fundamental en el avance y desarrollo de la sociedad, proporcionando a las personas los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para tomar decisiones informadas y responsables en relación con su sexualidad.
La ESI es una herramienta poderosa de empoderamiento y prevención que contribuye al avance del desarrollo de la sociedad venezolana, al promover la salud, la igualdad de género y el respeto a los derechos sexuales y reproductivos, se sientan las bases para una sociedad más informada, saludable y respetuosa. Es fundamental que el Estado, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto reconozcan la importancia de esta educación y se comprometan a garantizar su implementación y acceso para todos y todas.