Hace 37 años y tres meses Anthony Fauci tomó la decisión de cambiar su carrera y dedicarse plenamente al VIH. Desde 1981 está implicado en esta larga batalla. Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas(Niaid) de EE.UU. desde 1984, organismo que dedica casi tres mil millones de dólares anuales en tratar de controlar este virus que ya ha causado la muerte de más de 35 millones de personas y con el que, en la actualidad, conviven 37 millones de personas en todo el mundo, Fauci se encuentra en Madrid participando en la conferencia HIV Research for Prevention (HIVR4P).
– ¿Por qué la epidemia del VIH sigue estando fuera de control?
En mundo teórico, estaría bajo control. Tenemos las herramientas necesarias para terminar con ella, pero hay muchas ‘brechas’ en cuanto a su implementación. Por ejemplo, sabemos que si una persona recibe tratamiento, y sus niveles de virus en sangre son indetectables, ya no puede trasmitir al virus a nadie más por vía sexual. Es decir, en teoría, si todas las personas reciben terapia y mantienen su carga viral indetectable, la epidemia acabaría mañana. Pero no vivimos en mundo teórico, sino en uno real en el que de las 37 millones de personas infectadas que hay en el mundo, todavía hay muchas que no tienen acceso a las terapias que podrían prevenir nuevas infecciones. Esta ‘brecha’ en el mundo real nos impide controlar totalmente la epidemia y, para superarla, hace falta un compromiso social y político de todos los gobiernos que ayude a proporcionar un acceso al tratamiento a todas las personas infectadas, pero también a las que están en riesgo de serlo. La paradoja es que, teniendo las herramientas para acabar con la epidemia, no podemos lograrlo.
– Además del tratamiento antirretroviral, ¿qué otras medidas están demostrando ser útiles en el control de la infección?
Evidentemente el tratamiento antirretroviral ha salvado millones de vidas a lo largo de todos estos años, pero ahora se ha demostrado que también es una medida para prevenir la transmisión del VIH. La profilaxis pre exposición (PreP) es la opción más idónea para aquellas personas que tienen prácticas sexuales de riesgo. En EE.UU. ya está aprobada -no así todavía en España- y se estima que en mi país hay 1,1 millones de personas que se podrían beneficiar de la PreP. Pero de nuevo nos encontramos con un ‘vació’ en la implementación de esta medida preventiva que ha demostrado ser tan eficaz: solo un tercio de los profesionales médicos de EE.UU. sabe de los beneficios de la PreP. Ello hace que, en EE.UU., apenas el 20% de las personas que podría beneficiarse de la PreP lo haga.
– Desde hace unos años se ha empezado hablar de nuevo de erradicación del VIH. ¿Qué ha ocurrido para que se vuelva a hablar de curación?
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de curar? Si lo hacemos como un sinónimo de erradicación, es algo muy complicado porque el VIH está integrado en el genoma y solo se podría conseguir mediante trasplante de células madre o terapia génica. Y desde luego que no parece algo factible para los millones de personas infectadas. Otra cosa es si lo de lo que hablamos es de remisión o de curación funcional. Es decir, que el propio sistema inmune de la persona infectada sea capaz de controlar el virus sin necesidad de tratamientos diarios o, al menos, muy espaciados en el tiempo. En mi opinión, no creo que lleguemos a erradicar el VIH, sino más bien lograremos un control del VIH.
– La vacuna para el VIH es uno de los grandes retos en la investigación del VIH. ¿Por qué es tan complicado?
Dese el punto de vista científico, sin duda, el desarrollo de una vacuna es uno de los retos en los que no hemos logrado los objetivos. Tenemos muchos tratamientos y medidas de prevención que han salvado muchas vidas y han evitado nuevas infecciones, pero seguimos sin una vacuna. Actualmente solo hay dos prototipos de vacuna en ensayos clínicos, los dos en Sudáfrica, aunque muchos más en fases preclínicas. Pero en el desarrollo de las vacunas también hay un ‘brecha’. Necesitamos más recursos. Debemos hacer lo mismo que hemos hecho con los tratamientos: invertir en más recursos y lograr un compromiso. Solo así podremos obtener los resultados adecuados. Hemos visto que el compromiso y la inversión pueden cambiar el curso de una epidemia. Tenemos que aprender de ello.
– Usted estaba presente en los primeros momentos de la infección. ¿Se dio cuenta de la trascendencia que iba a tener este virus?
Me acuerdo perfectamente de los primeros momentos. Estaba trabajando en mi laboratorio Bethesda (EE. UU) y en 1981, en verano, empecé a darme cuenta de que una nueva infección, a la que apenas nadie daba importancia, podría ser un gran problema de salud. En seguida percibí su potencial, pero no imaginé que podía llegar a convertirse en una de las enfermedades infecciosas más importantes de la historia de la humanidad.
– Estamos en un congreso sobre prevención biomédica del VIH pero no cree que el estigma, a pesar de haber mejorado mucho en todos estos años, sigue siendo un elemento clave en el control de la infección.
Desde el luego que ahora hay muchos menos estigma que en los inicios de la epidemia. Pero lo sigue habiendo, por ejemplo, en muchas zonas de mi propio país. No en Nueva York, Los Ángeles, San Francisco o Washington, donde se puede acceder fácilmente a la terapia, pero sí en algunas zonas de EE.UU. Allí el estigma sigue impidiendo al acceso a los tratamientos y, por lo tanto, no es posible controlar la infección. Cualquier enfermedad es peor para las personas sin recursos y lo mismo ocurre con el VIH.
—
Fuente: ABC